miércoles, 27 de diciembre de 2017

Duelo perinatal e infertilidad

La llegada del odioso periodo abre tantas heridas... me deja un día o dos por el suelo, destrozada de nuevo, con una frustración, un dolor y un desconsuelo inmensurables. ¿Por qué mi hijo no está conmigo? ¿Por qué tengo que pasar de nuevo por este calvario? Era tan feliz.... y ahora cada mes debo levantarme... es como si subiera una escalera y me dieran con un mazo cuando casi estoy llegando arriba... y una y otra vez.
La desesperación da paso a la apatía absoluta, a la aceptación de que nuestra vida es esta ahora, y está muy lejos de ser la que esperábamos. 

Los días de Navidad los he pasado bastante bien pero mi marido ha caído. Nos vamos compensando, cuando uno está fuerte el otro se permite estar débil. Pero todos los sentimientos q he ido manteniendo a raya han desbordado al venirme la regla unos dias antes d tiempo y, como siempre, pisoteando todas nuestras esperanzas y recordándonos con una evidencia aplastante que no tenemos a Xavi con nosotros y que no tendremos lo que secretamente los dos esperamos... q tanto sufrimiento al menos se compense un poquito con un embarazo sorpresa, fruto de nuestro esfuerzo por seguir adelante, fruto de nuestro amor y sin nadie q intervenga. 

Desgraciadamente cada mes nos demuestra que no es así. Y las circunstancias que nos rodean ahora tampoco ponen facil hacer un tratamiento, con mi marido recien operado y uno de mis hijos pendiente d otra intervención.  Y mientras van pasando los meses y mi vida está parada en esos días en los que pude haber colmado mi felicidad y en vez de eso se desmoronaron todos los pilares de mi vida. 

Si alguien llegara a saber como nos sentimos, tan abatidos y desengañados con la vida... qué durdísimo es el duelo, y qué terrible es sumarle encima la infertilidad. 

Ayer mi hijo de 3 años me preguntó por qué se había muerto Xavi, por qué? si él quería jugar a coches con él. ¿Por qué se lo llevaron? Yo no quería... Mami, panoel puede salvar a xavi y traerlo esta noche con su trineo. ¿Lo escribimos en la carta por favor? 

Cuánto he llorado hoy... Qué enfadada estoy, qué impotencia, qué frustración, qué rabia... cuánto dolor acumulado 😞 Cuánto le echo de menos. Por qué, Dios, por qué? No lo entiendo...





lunes, 25 de diciembre de 2017

Una Navidad diferente



Quiero hacer algo que me haga feliz esta Navidad. Quiero besuquear y abrazar a mis hijos hasta que sus risas iluminen el salón. Quiero mirar a mi marido y sentir nuestra complicidad en el dolor y esperar que nunca volvamos a vivir un año así. Quiero dar las gracias a todos aquellos que nos han ayudado estos meses. 

Me concentraré en hacer algo especial para todos ellos y así trampear como pueda la tristeza por el que no está. Este es mi regalo de Navidad para mí. 

lunes, 18 de diciembre de 2017

Afrontar la Navidad


Ya llega la Navidad y con ella el fin de año, un año de mierda que ni siquiera he notado pasar. Estos meses he descubierto la relativización del tiempo y he perdido la capacidad de colocar los recuerdos en la línea temporal donde tocan. El tiempo se ha dilatado en algunos momentos y otros simplemente son recuerdos fugaces. Tengo totalmente presente el nacimiento de Xavi y los primeros días ... y en cambio todo lo que he vivido después lo recuerdo lejano, o directamente no lo recuerdo. Parece que haya vivido arrastrada por la vida, pero con la cabeza y el corazón totalmente parados en aquellos instantes en que me dijeron que mi bebé estaba muerto, que el corazón no latía, que tenía que nacer y yo debería despedirme para no volver a verle nunca más.

Qué duro lo que nos ha tocado vivir ... y qué duras las fiestas que ya llegan, inevitablemente, con toda la felicidad, luces y alegría. Y yo quisiera hibernar hasta abril.

Yo adoraba la Navidad ... pero este año no puedo con la hipocresía, no puedo con la obligación y el contrato social. Una de las cosas que he aprendido con la muerte de Xavi es que la vida es demasiado corta y preciosa para hacer cosas que no nos hacen felices. Nos hemos liberado de compromisos y otras presiones inútiles que nos autoimponíamos.

Estos días no paro de llorar. La Navidad está a la vuelta de la esquina. Y yo me siento tan desgraciada ... la tristeza me inunda y me cuesta tanto hacer cualquier cosa, tomar cualquier decisión. 








lunes, 4 de diciembre de 2017

9 meses

Hoy mi precioso hijo hubiera cumplido 9 meses. Y a mi me parece que fue ayer cuando lo sostuve en mis brazos, tan bonito, tan pequeño...

Estoy pasando unos días muy dificiles, veo la ilusión de la Navidad en los ojos de mis hijos, pero yo quisiera hivernar y no despertar hasta abril. Y estoy aprendiendo que se pueden hacer las cosas estando triste. Y eso no está bien ni mal, simplemente es así, es una realidad. Se pueden hacer cosas (como decorar el árbol) desde la tristeza, con lagrimas cayendo de tus ojos.

Cuando mi hija mayor me ve llorar llama enseguida a mi marido. Es el bombero que viene a apagar el fuego. Entonces nos miramos los dos, con los ojos llenos de tristeza y desconsuelo... y nos abrazamos... y seguimos adelante. Y mi hijo mediano me dice “mami, jo ta pozaré un xavi a la panxeta” (mami, yo te pondré un xavi en tu barriguita) me acaricia las mejillas con sus manitas suaves, mete su cabeza debajo  de mi camiseta, y se queda allí un ratito...

Hay días muy tristes pero voy sacando fuerzas para seguir con las rutinas, aunque no para trabajar. Todo ha perdido importancia para mi. Siento que mi vida no tiene ningun sentido... o más que sentido ningún propósito. Es como si hubiera perdido un año, aunque las ilusiones que tenía ya no las tengo. Hay días que decido no tener más hijos, y eso me da paz y me permite pensar en el futuro. Hay otros días que me desespero por no conseguir quedarme embarazada de nuevo. Soy como una peonza que va de un lado al otro sin rumbo. No se lo que quiero. En realidad no quiero nada. No se para que trabajo, si ya no creo en nada y no entiendo el sentido de la vida entre el nacimiento y la muerte. Vivo, pero sin ilusiones, sin fuerzas. Me siento triste por no conseguir ilusionarme por nada de forma duradera, a veces siento una chispita, pero desaparece en un ratito.

No es que esté deprimida, o siempre llorando, o sea catastrofista y negativa... simplemente he perdido la fuerza para vivir ilusionada, con proyectos... porque no se ni si volveré a estar embarazada y eso volverá a significar meses de vida tranquila y reposo, de pausa laboral, de pausa en todos los sentidos. Quiero y no quiero. Porque quiero recuperar la ilusión por las cosas sencillas, por el día a día... pero ahora no lo siento. ¡Y quiero! Pero no lo siento. Me he apagado.

Y quizás alguien me vea por la calle y piense, mira que contenta saluda a la gente... y qué equivocado estará. Hay momentos en los que puedo hacer cosas, como saludar o jugar con mis hijos, desde la tristeza. Hay otros momentos que me tengo que esconder en un portal llorando hecha un ovillo en el suelo.

¡Pero estoy mejor! Triste, pero mejor. Tengo integradisima la muerte de mi hijo y el trauma del parto, la incineración, el funeral... solo estoy procesando aun algunas faltas de respeto y de humildad de algun amigo y familiar, porque cuesta entender que no vean tu dolor.

Estoy mejor ... no tengo angustia, puedo sentir otras cosas además de dolor, puedo cocinar, limpiar, trabajar un poco y leer cuentos a mis hijos, seguir unas rutinas e incluso reirme de alguna cosa. Antes era incapaz de todo. Me sentía desorientada, desesperada, vacía, sola y llena de muerte, con un agujero inmenso y oscuro en mi interior. Ahora solo me falta recuperar la ilusión y el propósito de mi vida, o al menos del próximo año, o del próximo mes.